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Poemas de La rareza del aire | Juan Carlos Rodríguez




Tales de Mileto Dame a beber el agua donde nada la tierra mojada con el germen de las cosas. Dame a beber tu agua, porque quiero flotar de costa a costa a la manera de la isla que humedece su lengua y se aleja del origen.



Anaximandro de Mileto Antes de mojarnos, antes de estar secos, donde no hay calor ni frío. Es lo inabarcable derramándose sin límite hasta crear la llama que envuelve el aire, corteza de cielos despejados alrededor de la tierra. En los agujeros del cosmos respiran círculos de fuego a la espera del eclipse. Reposo a la vera del pez que en un mundo fue fango y en otro escama. ¿Qué será de la brasa dividida de la escarcha si algún día todo se disuelve debajo de una arruga? Anaxímenes de Mileto

El origen anda envuelto en la niebla. El fuego es la rareza del aire. La piedra es la espesura del viento que se enfría. La tierra es plana y cabalga sobre el aire.

De su aliento emanan las estrellas. Las nubes se abren como un relámpago


soplando claridades. El aire se mueve y todo cambia. Cuando respiramos, se empaña el cristal del universo. Voy a mi aire cuando vuelo a tu aire y me despido de tu aire.



Diógenes de Apolonia 1 Pensar el aire hasta dejarlo todo en el aire, incluso el pensamiento. Antes de pensarlas, ya habíamos aspirado las ideas. Pensar es respirar, dejar que el aire traspase nuestro cuerpo. Y respirar es inolvidable. Aire estancado en el pecho: infancia y olvido. Para pensar siempre hace falta un cambio de aire.

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