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Poemas de Lourdes Vázquez (Puerto Rico)

  • Writer: Distrópika
    Distrópika
  • Mar 21
  • 5 min read


Sample I

Now, Lourdes Vázquez, you can pick up frequent flyer miles, not just your dry cleaning.

Hoja informativa Chase Manhattan


Now LV, dueño de manuscritos sin convocatoria, con una pierna inservible y carente de secretos. Incapaz de mover el cartílago, la complejidad del motion. Insuficiente de sombra. Now LV, ya que vas camino a tu máquina llena de obsesiones, sin que se te note la palidez de hombre infértil. Ahora. Introduces la mano en tu bolsillo y procedes a abrir la puerta con la llave que encierra a la princesa en la torre, al animal salvaje y a los niños indolentes, al vagabundo y a la prostituta. Ahora que te enfrentas al hielo andrógeno del cromio, como un pingüino emperador dueño de un estacionamiento, saca cuenta de este millaje como este niño saca cuenta del menudo de su bolsillo, o las culebras que surgen de las profundidades de la nieve. Ahora que coleccionas millaje como reliquias de una novia abandonada en el altar —un arete de plata, un talismán en azul, un velo coronado de hielos. Seashells en alta mar. Now LV, haz un cálculo de esta desproporción de objetos que como ramos de gardenias florecen entre las cenizas. Now LV, ya en la gasolinera abres la ventanilla del tapón de la gasolina y en esos instantes, igual a un distribuidor de SIDA en una colonia africana, caes a balazos, pálido diamante DeBeers, sin que te hayas percatado de qué color es la piel de la mano que aprieta el gatillo. Cuánto millaje es suficiente-enough-necesario-needed para recorrer con este auto el último rincón-aquel no descubierto-una catarata ancha, fría y rabiosa, el escondite de una orquídea desconocida, sin que al final te aceche la sonrisa de una calavera. To most people, ya eres ángel de tetas caídas. To most people, una Gloria Trevi fugitiva y abandonada por los periodistas. To most people, this is where you bought gas. To Lourdes Vázquez, it’s where he obtained the mileage of his DEATH.



Mediterráneo


Es verano en Atenas, en un pequeño hotel 

sin aire acondicionado.


 

Esta mañana una ballena amaneció en la costa. Llegó con buenas intenciones y se posó de frente a las cúpulas y los pequeños pájaros enjaulados. Escogió el anfiteatro, las mezquitas y las esculturas griegas y otomanas. Seleccionó los palacios de los cruzados, las blancas edificaciones, el espectáculo de los acantilados y la complejidad de las ruinas imperiales.


          Tomó el pentagrama que formula nuestro cariño, esa intensidad que se mueve mar arriba, mar abajo, dividiendo continentes, con Bach como música de fondo.


          Me he trepado en el lomo de mi amiga. Le he abrazado un ojo. He besado su cara para que no quepa la menor duda de que mi devoción es simple y sólida. 


          Es que cuando tengo un mamífero cerca, te siento rítmico acercarte sin ruidos o interferencias. En esa epístola de amor desproporcionado, absolutamente te clavas en mi cabeza, entre los chorros de agua del animal y el compás de aquel gran Mediterráneo.


Pieza de barco


          Una vez cené en una terraza de una isla exótica con el mar de fondo. Los mozos iban y venían con sus bandejas de metal repletas de bebidas y platos, servilletas y cubiertos. Los comensales brindaban, mientras hincaban sus tenedores en el pedazo de carne o la ensalada de mariscos. La luz del restorán era una punzante, aguda y me hacía levantar la vista una y otra vez.  


          Una y otra vez me topé con la figura de aquella estatua oscura en el centro del salón. Era un mascarón de barco. Una escultura de madera imponente, cómoda y vieja de una mujer sin brazos y con facciones protuberantes.


          Los mascarones son aquellas esculturas que se adhieren a la proa de la nave, sin que nadie los haya invitado. Para que se navegue sin angustias, cortan el agua como se rompe un pedazo de pan. Tan real me parecía aquella madera que quise conversar con ella toda la tragedia de mis naufragios, imaginando la tranquilidad y esperanza que conjugan las ballenas y los delfines danzando al filo del agua. Quise preguntarle por la locura de los marinos. 


          ¿En qué parte del océano da inicio?

Pétalo negro 


a A.S.


Un pétalo negro quedó regado por el pasto. No hay piedad. Tartamudeas, repites oraciones una y mil veces y te quedas quieto, como un pelotero sin brazos en medio de las piedras. Tu piel, tu piel, su color y la textura. Por ella mueres todas las noches escuchando a tu madre gritar. Un coro de zorros le hace compañía. Tu madre y los zorros son tus pesadillasTu madre y los zorros desde el tren presenciando tres negros colgados de un árbolNo ha quedado huella superficial de temor u odio. Tampoco quedó huella de sangre. Mas, es sacrílego escucharte, casi ominoso, cuando dices que por varios años continuaste con el mismo recorrido entre Texas y California. Es una fortuna que viviste para contarlo y que me lo digas con esa calma de psicoanalista entrenado por judíos, como si se tratara de un paciente que tienes internado. Habría que lavar la tierra dura del desierto, los cactus y los ríos que se encabritan por aquellas montañas, para poder vengar la cantidad de inocentes que cayeron por aquella zona. Habría que abrazarte como se abraza a un pequeño jardín, con delicadeza para que no te partas. Quién sabe pétalo negro si así atravieses el alba y el trigo dulce y cesen los malos sueños.

¿Usted tortura?


Aquí,

en este tren de rieles defectuosos.

Las pequeñas casas a ambos lados.

Esa avispa con su cuerno afilado.

Un caballo que se desliza por el agua.

El paso del tiempo con todos sus secretos.

YO furiosa y hambrienta. Es lo usual.


El boletero se ha acercado

a cobrarnos un boleto construido por miles de imperios, 

o con el cashmere obtenido en la última guerra.


Boletero con látigo: “Where to?”

El tren continúa su viaje rompiendo el hierro rojo,

interrumpiendo la paz del baño de los ancianos y la saudade 

de los maridos atrapados en la pantalla de CNN.


Que nadie rete este teatro del silencio, 

esta realidad rodante en espera de patente. 

Y como los camellos en el mero desierto 

o los linces en busca de nieve fresca,

no ver,


                    no entender,


                                        apagar este escenario.


Lourdes Vázquez: Poeta, narradora, ensayista, traductora, editora y Bibliotecaria Emérita de Rutgers University. Es autora de varios libros de cuentos, poesía, biografía y novela. Ha sido galardonada con el Juan Rulfo de Cuentos (Francia) por su cuento “La Estatuilla” en la categoría: Literary World (2002). Una selección de su poesía ha sido publicada en italiano: Appunti dalla Terra Frammentata (Edibom, Edizione Letterarie, 2012); así como la crónica/ensayo The Tango Files (Edizione Arcoiris, 2016) y la plaquette: Cibeles que sueña=Cibele che sogna (Asiray: 2020). Parte de su obra ha sido traducida al inglés por Bilingual Press, Arizona State University. A saber: Not Myself Without You (2012) que forma parte del listado anual ‘Top Ten "New" Latino Authors To Watch’‘ y Bestiary: Selected Poems (2004) Mención de honor, Foreword Reviews Book of the Year Award, (USA). Sus libros más recientes son Fugas (Furtivas: 2023), Puro Paisaje (La Criba, 2023), Orígenes de lo eterno y así las cosas (Verbum, 2020). Un enigma esas muñecas (Torremozas, 2015) recibió la Mención de Honor 2014 Paz Prize for Poetry (USA) y Adagio con fugas y ciertos afectos (Verbum, 2013). Ha sido miembro del Panel de Literatura del New York Foundation for the Arts, Urban Artist Initiative; Jurado de BorderSenses Literary Prize in Fiction y del National Poetry Series/Miami Book Fair, Paz Poetry Award.

 
 
 

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