UNA SALIDA AL CAMPO
Habíamos salido de la ciudad con un grupo de amigos
un lugar ancho y muy seco:
colinas que se desmayan hasta lugares planos
cielos que se lanzan hasta la tierra seca.
Uno de nosotros comenzó a hablar
acerca de lo que allí estaba sucediendo:
“por el campo que atraviesa el río
van y vienen los ratones
hasta perderse en sus cuevas”.
El paisaje parecía un colador,
los ratones iban y venían
tan rápidamente y tan pequeñamente
que no alcanzábamos a decir mira
ni a compartir al mismo ratón.
Cuando finalmente logré captar la atención de los demás
de la nada apareció un zorro:
amarillo, rojo, tierra, su pelo se veía tan brillante
y su paso
tan gracioso,
que parecía alguien que sabía muy bien a dónde se dirigía
o que volvía a casa luego de haber logrado algo.
Ahora que va pasando justo frente a mí,
intento ponerme muy cerca de él,
para ver si podemos conocernos,
pero si me ve muy cerca me gruñe, levanta las orejas
“amigos”, me dice, “pero no soy amigable”.
Intenté mover mis orejas del mismo modo
pero me salió un gesto bastante ridículo
así que decidí dejar todo como estaba
y observarlo desaparecer entre los espinos.
Ahora, devuelta en el auto, voy mirando
cómo el bosque va quedando atrás
cómo en la mente se va quedando
y en la imaginación, renaciendo:
zorro tenaz, zorro del aire.
LAS ÚLTIMAS PALABRAS
Ahora recuerdo las últimas palabras que dijiste
antes de partir. Una historia con tus ex-novios
que le contaste a mi hermana,
varias formas de agradecimiento
incluidas las más naturales. ¿Puede decirse
que lo que buscabas era una despedida?
Mi hermana no lo duda, y yo no podría comunicarlo.
Nunca estamos seguros de nosotros mismos
aunque tenemos manos y ojos.
Mi hermana sueña contigo,
conversan temas pendientes:
dónde dejaste el hilo negro, el estado de salud
de nuestra abuela.
Una conversación invisible
es por ello menos cierta? Te lo dije hace muchos años
me dijiste: es algo que no te incumbe.
Los estorninos parece que no vuelan,
se siguen el uno al otro con la brújula de las moscas
dan aire
al aire y ojo
al ojo.
Tal vez tu buen oído,
los hubiera escuchado de una sola vez.
Nicolás Vergara. Santiago, Chile, 1981. Ha publicado Fábulas y Contrafábulas de la Elefanta Fresia (Lom, 2009), por el cual obtiene la Beca de Creación Literaria para Escritores del Ministerio de Cultura de Chile y el Premio de Poesía de la Revista Grifo, de la Universidad Diego Portales (Chile). Ha sido incluido en distintas revistas en Chile, Republica Dominicana, Canadá y los Estados Unidos.
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