Cinco poemas
Abre la puerta olvidando el toque del llamado.
Pero primero,
¿cuál es tu nombre en mis cinco letras?
¿Por qué te ha ignorado mi sombra?
¿Cuándo fruncir se volvió eco del llanto?
¿En qué pedazo de ínsula extraña sembramos las penas?
¿Cómo conmueve la huella al zapato?
¿Adónde van los segundos sin verte?
¿Con cuánta noche se esconden los pechos?
¿Qué arquitecto del tacto no supo pasado de puentes?
¿Qué mar sabido nos separaba?
¿De dónde comimos tanto dolor?
¿Cuánto cuestan tus gracias y tus desgracias?
¿Bajo qué árbol te nacieron los ojos?
¿Desde qué rama aprendiste a caer?
¿Y dónde estuviste todo este tiempo?
¿Adónde irán mis palabras?
¿Quién eres en mis cinco sentidos?
Ya recordé.
Y, sin embargo,
¿dónde estuviste en toda esta falta?
Puedo sentarme en las orillas
sin riesgo de mes,
sin que medie hombre
color tarde triste
con su regaño.
Puedo creer ante el pozo
aunque a veces los diluvios
permitan la convención animal,
la contención de la sed.
Porque puedo sentarme en donde sea
durante el verano
o las sequías,
volver a creerme niño,
brincar con torpeza de canguro necio
para mirar el mundo,
y seguir ahorrando el ahogo.
Ha crecido el fantasma
y no te enteras,
pero me tiembla la caricia
casi a punto de fractura.
Anda uno muerto de espanto
y tan en su costumbre,
dominado por nostalgias grises
y viejas enciclopedias de amor.
Por más que aprendí
que en las llamadas
solo cabe
un me voy de casa,
un me despido,
cargo el teléfono
aunque sé que no escribirás.
Es triste ir a parar así,
de cara al abandono,
mirando la lista de alimentos
como buscando tu nombre.
Buscando en las esquinas
algo que no sea cadáver.
No está nevando desde mí.
Hurgo en el pecho
cualquier cosa
que no sea desgracia.
Reduzco el cuerpo
a tierra y lombriz.
Pero mi corazón persiste
entre ciertos edificios.
En este andar de balcones
no he podido tensar la cara
ni aguantar de huidas el brazo.
Hago un gesto
como de señalar.
Estoy de pie
y tiemblo ante la indistinción.
Es toda esta falta
un asomo de sombrero
donde nicho y noche son
acaso
la casa.
El tiempo,
como un cambio del estornudo,
se cierra sobre sí
y deja caer su larga cortina.
Efe Rosario (Carolina, 1990). Escritor, editor y doctorando en literatura por la Universidad de Cornell en Nueva York. Autor de El tiempo ha sido terrible con nosotros (Ediciones Alayubia, 2020) y También mueren los lugares donde fuimos felices (I Premio Internacional de Poesía Juan Ramón Jiménez de Coral Gables, 2020), ambos disponibles en Amazon. Sus poemas han aparecido en periódicos, antologías y revistas nacionales e internacionales. Estos poemas pertenecen a sus dos libros publicados.
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