Todos fuimos especiales
Escribo ahora
porque se me ha hecho
tan difícil estar solo
que comencé a admirar las piedras.
Haber visto lo posible en el rocío y después
el abrazo malogrado de quien prometió y no vuelve.
Buscar la potestad de convivir con los gemelos
y con quienes se plantearon como norte.
Sombras aguerridas abren paso a este lugar.
Mamíferos sensibles
Soy de carne, útero y agua
como la mañana.
Soy de carne, hueso, y agua
como el día.
Soy de carne, útero y agua.
Estuve en un útero,
bebo agua, como carne
vivo también el día útero
que capacita este perderse
andando en la insignia del amor
–del ser mayúsculo—
aquellos brazos que se persiguen
a veces para siempre.
En un banco mirando al mar
Mar de espuma que fue siempre
solamente espuma:
humo, gas,
corta estancia en la canícula
de nuestro cielo raso.
Ni los más sólidos granizos
pueden igualar la continuidad torrencial
que puede ser: sal, espuma, tiempo;
carente de nubes sigue cayendo.
Nos mantiene caminando
bajo el corto techo,
buscando el descanso
en la insignia del asiento.
Esta larga costumbre
no pregunta por su visita
da el abrazo que asevera
que la prisa es un invento;
que han esperado nuestro nacimiento,
para que luego labremos
esta blancura infinita.
Siempre quema el sol
Me hizo feliz la sombra de mi cara.
Pensé que cómo puede haber
tanto golpe de pecho
roto sobre lo roto
lo pérfido escrito en el paladar
y nadie fuera de la guerra de traspasar los muros
que como océanos nadamos buscando qué comer.
El sol brillará sobre nuestras pieles
sobre el edificio, sobre lo terrible
en los adioses de los niños enamorados en los parques.
Gegman Lee Ríos (Carolina/San Juan, 1990) Poeta, editor y barbero. Estudió comunicaciones, historia y edición en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Ha publicado los poemarios Nostos (Ed. Callejón, 2014) y Elegía a los vencidos (Ed. Callejón, 2018, Ed. Amargord 2019). Su poesía ha sido traducida al inglés y al portugués y ha sido publicada en revistas y antologías nacionales e internacionales. Actualmente se desempeña como barbero, dirige una editorial, escribe, lee y ve películas.
Evasión
Suave y tierna quimera es el amor...
Seduce con sus tules y sus mantos...
De la canasta: la cobra en su esplendor.
Con premura son tus labios los que busco,
Para allí sembrar la flor,
De un espíritu que hoy está encantado,
De tus dulces caricias; estupor.
¡Alzaré tu cuerpo sobre el viento!
Danzaré...
Quitándote del fuego,
De carbones encendidos a tus pies.
Las caricias que abandonan hoy tu rostro,
serán el abrazo escondido que esperó,
de un atardecer en tu comarca,
donde al aire los sueños soltaré.
Vivo en gratitud desconocida,
hacia el mundo y también a tu querer.
Recogí en imágenes anhelos,
de tu cuerpo... y hasta de tu esencia, tal vez.
Cabalgo y medito en el…
Encuéntrame
Persígueme...
búscame...
encuéntrame...
De la tierra sal, torpe topo.
Aunque pase el invierno,
o la primavera,
de la oscura madera,
el hongo que te salva, surgirá.
Abre mis entrañas
y encontrarás flores,
de un jardín oculto que ya floreció.
Mis manos hurgarán tu cuerpo,
abrazado a una tusa de maíz,
buscarán raíces que todavía no han muerto,
y en la tierra húmeda te sembraré,
junto a girasoles mágicos que te den el tiempo,
y estarás despierto sin que caiga el sol.
Una chimenea construyo a tu lado,
Para con candela eterna tu me puedas ver.
Y serán las noches, y serán los días...
Fuego que en la leña se niega a morir.
Una vez despiertes de ese marasmo,
en…
Ermitaño
No hice de mí, linterna,
para en la noche perderme.
Ni me hice agua corriendo,
para estancarme en tu pozo.
Como un ermitaño, mancillado vives,
oliendo a amor rancio; frustrado en el tiempo.
Miras al teléfono como salvación,
de tus propios miedos; muriendo de horror.
Tus duendes te abrigan,
Cubriendo tus deudas...
Tapando tu ausencia...
De erizos, de espinas.
No te matará una risa al año;
matarán al otro que quedó esperando.
Ojos de columpios se murieron ya,
sin encontrar amor, ni felicidad.
Corres a tu huerto de ruda y de malva,
harás veinte baños y alejar espíritus.
Pero siempre vuelven a buscar tu alma,
que se va quemando en un fuego eterno.
Iván Sierra Maldonado
Derechos reservados
Adjuntas,…
Lorca...No me dejes dormir...
En una cama de clavos dormí,
para que mi cuerpo pudiera sentir,
el arrojo de unas manos,
acariciando mi piel.
El silencio siempre vuela,
a desconocido lugar,
donde almas indispuestas,
le quieran hacer cantar.
Colibrí de alas violetas,
déjame descansar,
que hoy me abruman los mensajes,
que vienen del más allá.
Un jacinto enamorado,
ha perdido su color,
fragante deja el sendero,
por donde regresarás.
¡BERNARDA, BERNARDA!
Que cierren puertas y ventanas...
Que ninguna de mis hijas...
¡Migajas de sueños se pudren en flor, Federico!
Iván Sierra Maldonado
Derechos reservados
Adjuntas, Puerto Rico
Paz
Cuánto temo a la palabra...
En una revolución de metáforas,
escoger es la consigna,
de un diálogo en ebullición constante.
¡Encontrarse de frente con el poema,
y escuchar los ladridos a lo lejos,
iniciar un punto de partida,
sin saber en dónde muere el verso!
¿Qué utilidad puede haber en la escritura
sí ya del cansancio soy esclavo?
Abrir al sol una nueva página,
dando brochazos como si fuera un lienzo.
!Amo de mi mente las diatribas,
armamento de jueyes escondidos,
un pelotón de sedientos asesinos,
salen a mi paso cuando escribo!
Ay, de la angustiosa espera del que lee,
buscando maravillas en mis versos...
¡Es la lucha eterna de el que escribe,
encontrar el arte en la escritura!