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Nicolás Vergara



UNA SALIDA AL CAMPO


Habíamos salido de la ciudad con un grupo de amigos

un lugar ancho y muy seco:

colinas que se desmayan hasta lugares planos

cielos que se lanzan hasta la tierra seca.


Uno de nosotros comenzó a hablar

acerca de lo que allí estaba sucediendo:

“por el campo que atraviesa el río

van y vienen los ratones

hasta perderse en sus cuevas”.


El paisaje parecía un colador,

los ratones iban y venían

tan rápidamente y tan pequeñamente

que no alcanzábamos a decir mira

ni a compartir al mismo ratón.


Cuando finalmente logré captar la atención de los demás

de la nada apareció un zorro:

amarillo, rojo, tierra, su pelo se veía tan brillante

y su paso

tan gracioso,

que parecía alguien que sabía muy bien a dónde se dirigía

o que volvía a casa luego de haber logrado algo.


Ahora que va pasando justo frente a mí,

intento ponerme muy cerca de él,

para ver si podemos conocernos,

pero si me ve muy cerca me gruñe, levanta las orejas

amigos”, me dice, “pero no soy amigable”.


Intenté mover mis orejas del mismo modo

pero me salió un gesto bastante ridículo

así que decidí dejar todo como estaba

y observarlo desaparecer entre los espinos.


Ahora, devuelta en el auto, voy mirando

cómo el bosque va quedando atrás

cómo en la mente se va quedando

y en la imaginación, renaciendo:

zorro tenaz, zorro del aire.

 

LAS ÚLTIMAS PALABRAS


Ahora recuerdo las últimas palabras que dijiste

antes de partir. Una historia con tus ex-novios

que le contaste a mi hermana,

varias formas de agradecimiento

incluidas las más naturales. ¿Puede decirse

que lo que buscabas era una despedida?

Mi hermana no lo duda, y yo no podría comunicarlo.

Nunca estamos seguros de nosotros mismos

aunque tenemos manos y ojos.

Mi hermana sueña contigo,

conversan temas pendientes:

dónde dejaste el hilo negro, el estado de salud

de nuestra abuela.

Una conversación invisible

es por ello menos cierta? Te lo dije hace muchos años

me dijiste: es algo que no te incumbe.

Los estorninos parece que no vuelan,

se siguen el uno al otro con la brújula de las moscas

dan aire

al aire y ojo

al ojo.

Tal vez tu buen oído,

los hubiera escuchado de una sola vez.

 

Nicolás Vergara. Santiago, Chile, 1981. Ha publicado Fábulas y Contrafábulas de la Elefanta Fresia (Lom, 2009), por el cual obtiene la Beca de Creación Literaria para Escritores del Ministerio de Cultura de Chile y el Premio de Poesía de la Revista Grifo, de la Universidad Diego Portales (Chile). Ha sido incluido en distintas revistas en Chile, Republica Dominicana, Canadá y los Estados Unidos.

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