
RENARD SE AFEITA EN SILENCIO
La poesía
que admiras
es como un cerdito engrasado que
no se deja atrapar.
El último lugar
donde quiere estar
es en tus brazos.
No obstante, se mantiene cerca.
Claramente es feliz
en su corral.
Nunca lo atraparás
saltando la valla.
Y mira, se acerca
cuando ya casi te dabas por vencido.
Es casi como si supiera.
Es casi como si estuviera
jugando contigo.
Encantador cerdito que fluye lejos de ti
cuando lo tocas.
Encantador cerdito
relámpago.
En cambio, aquel otro cerdo
sin gracia,
ese que solo está ahí
tirado
en su inmundicia...
Ese cerdo es
la poesía
que te aburre
o desprecias
pero que nunca
señalas con el dedo
porque opinas
que la elegancia
y el misterio
te quitan kilos
y te hacen ver más alto.
I'M IN A BAD SHAPE AND I CAN'T FIND MY KEYS
Jameson used to report in horror about the ways that capitalism had seeped into the very unconscious...
Mark Fisher
Pongo la tele mientras duermo
y escucho la historia del piloto
que usa drogas para recordar
a qué saben
las babas de la enfermera
que lo curó de su
temor a los drones
que matan infractores
desde la comodidad
de un sillón ergonómico.
“… se viene encima una evaluación
y no sé qué hacer,
mi mano
no responde...”
El piloto
pide comprensión.
Se abre la cortina
y sale un representante
de la clínica que cura
la impotencia
y patrocina nuestro programa.
Le da un abrazo paternal, le
enjuga las lágrimas
con un pañuelo bordado.
La escena se disuelve y
de la oscuridad emerge
la clínica
como un asesino enguantado
masajeando los hombros de
una pianista.
Los folletines
que aclaran tus dudas
sobre la disfunción eréctil
se abren como
flores
en la cresta de una ola
de estupros.
FETO BUDISTA
Seré el que era, cuando muera.
Fui el que vendrá, tra-lalá.
Soy el que duerme en la pelusa,
el que hoy observa en forma obtusa.
No tengo edad, otredad.
Mejor me abstengo.
No quiero
escalar el Ixtlasiwato.
En mi alcoba tengo lo necesario
para que un nene nonato
flote barato.
Asar pescado
es muy caro.
Mejor azar afuera,
flotando
en salmuera.
Mi patria es el ocaso,
acaso.
Casi casi
no heredo casa.
Soy objeto de la suerte,
de la buena suerte
de nunca
haber nacido.
¿ES HONESTO, UN HIPNOTISTA?
Bernays baja
por Coppelius
haciendo sonar la madera
de sus tacones
en el empedrado.
Sus pasos se ajustan
a los faroles
que bailan como ahorcados
bajo una lluvia
métrica
que ayuda al mundo
a olvidar
lo que apenas
había recordado.
Bernays
atraviesa el parque
y da vuelta en
Spallanzani.
Juega con
la cadenita de oro
que antes colgaba
de sus lentes.
«¿Lentes espirales?
No hablará usted en serio.»
«Bernays habla
siempre en serio»
piensa Bernays
mientras repite
su propio nombre
bajo el dosel negro
del cielo
y cuenta todas las espirales
que hay camino
a la vitrina donde tienen aquel
maniquí sin brazos
que tanto le gusta.
LA SOMBRA DE BERNAYS TE OFRECE UN CIGARRO
Requería de otra oreja,
así que me creció otra oreja.
Norman Lear
Cuando truene los dedos
despertarás como nuevo.
En la bodega de la esquina
los caballos de tiovivo
correrán por las planicies
que serán verdes y no negras
y estarán
llenas de indios.
En el museo de cera
la urraca que se estrelló
contra el cristal
de Madame Blavatski
recobrará el sentido.
En el vagón del tren
que te lleva a la muerte
la canción del zoológico
ya no será el tema
que el algoritmo escoge
al azar
para ilustrar tu castigo
frente a los otros niños.
Eduardo Padilla (Vancouver, 1976) es autor de Zimbabwe (El Billar de Lucrecia),
Minoica (escrito en colaboración con Ángel Ortuño, publicado por Bonobos),
Mausoleo y áreas colindantes (La Rana), Blitz (filodecaballos), Un gran accidente
(Bongo/3pies), Hotel Hastings (Cinosargo) y la antología Paladines de la Auto-
Asfixia Erótica (Bongo Books). Su libro más reciente es Zwicky (Cinosargo).
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