Algoritmo demasiado humano
Un nombre no es el espejo exacto de las cosas.
¿Qué se precisa para entender el mundo?
Botellas que flotan en
paisajes remotos,
ciudades de arena enterradas,
sentencias blasfemas,
palabras ancestrales.
Pájaros de ébano levantan el vuelo
entre la espuma de las ensoñaciones.
Un padre y un hijo flotan en el río
luego de buscar hasta el cansancio
un elixir contra el pulso de muerte.
Es la arquitectura de lo inefable:
fósiles servidos en una bandeja de jaspe.
A lo lejos veo una niña.
Cubre con su pequeña mano
los ojos de su muñeca,
que abren y cierran:
ella no quiere observe las ruinas
de la ciudad donde construyeron sueños.
Un paseo en bicicleta
y la sombra tras ella jugando
a buscar la luna.
Se escinde el mundo ante sus ojos:
muecas desafiantes,
gestos de conjuro,
un acto lingüístico de execración,
mefistofélica risa adivinatoria.
Es el olvido absoluto en la forma de las cosas.
Lumbre
La mirada sobre el libro, como relámpago que esparce su volatilidad en el lenguaje, extendiendo rieles entre las palabras, gota a gota: lluvia desmenuzada. El poema de Tyutchev, bajo el escrutinio de unos ojos inocentes hacia el mundo, justo antes de la maravilla. Un vaso de cristal se desliza sobre una mesa de madera bajo el precepto de un rayo que se desprende de aquellos ojos, la mirada que refleja el vaso, deslizándose solo sobre la mesa. Un vagón de tren descarrilado hacia el posible estallido. Pero se detiene justo al borde del acantilado. El mar en su interior se mueve como una ola atrapada en el lenguaje del enigma. El segundo frasco patina sobre la superficie como la cuchilla de metal sobre una pista de hielo, una danza solitaria que bordea elípticamente el pensamiento, las palabras, los versos recién leídos, trabados por los ramajes de la lógica, signos descifrados. Luego del fenómeno, para la mirada de quien mira, el frasco que contiene un planeta de misterios se detiene al resguardo de un abismo donde los nombres se pierden, se deshacen como materia de un tiempo ya pasado consumido en una hoguera. El tercer vaso, largo como un tren, resbala como serpiente, en una planicie donde corpúsculos flotan formando un cielo alcanzable. El vaso repta, sin mano que le aplique la fuerza justa sobre sí, el tren descarrilado cae por el precipicio, como una roca que emite un ruido mordaz e intraducible y que se hunde en el mar. El sonido del tren, la sinfonía trémula, atraviesa el horizonte afuera de la ventana, hace temblar la tierra, ante la existencia impávida de una niña con el alma inalterable. Una paz calculada destella una quietud que sólo el universo puede interpretar. La música ya no dice nada. Todo está contenido en los objetos que gravitan el océano del sentido que sostiene la diapositiva. El movimiento desacraliza la sombra que se oculta tras cada palabra que pretende delinear una forma, un concepto, una noción y ese vaivén es el árbol y la niña es poeta.
Jardín profano
Ya los fantasmas no transitan por la noche.
Ahora son estatuas
que viajan lentamente
al fondo del océano.
Ánforas vacías,
emblemas,
iconografía esfumada.
¿Acaso no es la vida,
de todos los sueños,
el menos descifrado?
Soliloquio de Sor Juana
La temperatura espectral
de las cosas
suele ser indisoluble
en la contemplación de un rayo,
que me parta
o que te parta,
que más da.
La pregunta capciosa,
ubicua, deserta el sentido
simbólico de los objetos.
Bajo la sombra, un reloj,
de arena resbaladiza,
me recuerda que del mar
eres
todos los mares juntos.
La ciudad desposeída
de plazas y mercados
es el único fervor
al que acerco las manos
entre los pliegues de un fuego.
Mira que sólo me queda
perderte para ganarte,
y las palabras de acíbar
extraen del lenguaje
el afecto con el que se encienden
las sombras deleitadas
de una lámpara de aceite
y se elevan los fantasmas
que cuelgan en los bordes
de este cántaro.
Glendalys Marrero es una escritora puertorriqueña nacida en Barranquitas, Puerto Rico (1974). Ha publicado sus relatos, prosa poética y poesía en varias revistas y espacios cibernéticos. Conversación en la Neblina (Sopa de letras, 2020) es su primer libro publicado. Los primeros tres poemas pertenecen a su libro, "Soliloquio de Sor Juana" es inédito.
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