Elogio de Carlos III
Con los ojos muertos y el fusil en mano
me observa Carlos III, callado,
iluminado.
Violento el revolucionario,
“huestes le siguen”,
anuncia su perro acostado.
Acaso le faltó la barba
o el inmenso cigarro,
o quizás alguna falange católica
que erigiera su sagrario.
Acaso le faltó el brío,
acaso es cuestión de mesura
la escasez de travesuras,
¡oh varón equilibrado!
Con tres picos el sombrero
y algún gesto entusiasmado
de intelecto,
de cacería,
de decreto,
amasa olvido el déspota,
y amasa polvo el ilustrado.
(Después de la espera, 2006)
La calle
Parece que aspira
a edificar de alguna forma
la sintaxis de la superficie.
Indecisa,
se debate entre verbos
acuñados por el concreto,
los ladrillos y el asfalto.
Agolpa y redirige
nombres propios y comunes.
Inventario se vuelve.
Inventarios notifica:
Al desmembrarse las ubicaciones
quedará como índice,
o como verdad.
(Muestra gélida de poesía inconsecuente, 2009)
El plástico
Más que arte,
volcánica urgencia,
final manifestación
de la única de las ideas.
Más que certeza,
síntesis total
de cada uno de los núcleos
de la imaginación.
Último texto.
Conduce, encierra,
permanece.
(Muestra gélida de poesía inconsecuente, 2009)
Tu seducción
Toda ilusión histórica
es un orgasmo conceptual:
pequeñas muertes
que pintan en sucesión
la nostalgia desatendida
de los pueblos menestrales,
de los amantes incesantes.
Busco en tu totalidad
mi único culto
mi relato de emancipaciones
estridentes e innumerables
para saber que la sangre
que circula en mis armas
atiende el reclamo
que no es residual,
que no es solo mío
que suma tras la suma
que tu inteligencia
reproduce incansable,
aliada de mi fervor
y de la de quienes
te privilegiamos
en este panteón de vidas,
seguidores de tu conocimiento,
de tu concupiscencia,
y de tu justicia.
(Sombras en el lugar desolado, 2020)
Estancia
A mi madre
La acidia desmenuza lo presente.
La muerte da forma a lo pasado.
He muerto tantas veces sin que lo supieras
y luego tantas otras
que conociste o atestiguaste.
Yo sé que estuve acaso ahí,
perdido en el regazo de tanta flora
que regaste con sílabas y señas.
Hoy vuelvo a morir
porque acaso has muerto también muchas veces
aún sin que la muerte y el olvido
puedan hermanarse en mí.
(Poemas sueltos, inédito)
José E. Santos es poeta, narrador y ensayista. Nació en San Juan de Puerto Rico en 1963, si bien su vida ha transcurrido principalmente en la ciudad de Bayamón. Estudió en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y en Brown University. Es catedrático en el Departamento de Estudios Hispánicos del Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico. Es autor de los poemarios Después de la espera (2006), Libro de Venecia (2007), Muestra gélida de poesía inconse-cuente (2009) y Sombras en el lugar desolado (2020), entre otros. Como narrador es autor de Archivo de oscuridades (2003), Deleites y miserias (2006) Los Viajes de Blanco White (2007), Los comentarios (2008), Trinitarias y otros relatos (2008) y De Coyoacán a Polanco (2013). De su labor como ensayista se destacan El fundamento de los instantes (2014), Al margen, la glosa (2018, Premio Nacional 2019 Certamen de Ensayo PEN Club Internacional de Puerto Rico), Glosas enrarecidas (2019) y De paseo por el vecindario (2020) entre otros.
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