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Poemas de Karla Cristina


*Inéditos


I.


Sostengo apenas

fracciones de imperios

blancos y ajenos

donde presto mis manos.

Construyo sueños

donde pueda acomodar

alguna fracción propia.


Miro el retrovisor

y es esto.

Mudarse

ver arder los puentes

entender los espejismos

alimentados de sed.


Para luego construir otra zapata

sobre la materia que sobrevivió al fuego.


Quizás el próximo imperio

me conceda un hueco más hondo

donde colocar la semilla de un girasol

que al morir sea

ejército de fe.

 

II.


Para construirme

Ha sido necesario

Agrupar mis piedras

Catalogarme coleccionista de hierro

Catadora de tierras

Alquimista de fango

Y bajo mi propia mitología científica

Elaborar una categoría para el asombro

Zumbarle alguna subdivisión de chisme

Que quizá sirva mejor como auxiliar que como catedrático


Digamos pues que me autodenomino

Escritora de las hambres

Huecos resurgentes

Amparo del inconsciente colectivo

Carie que atesora el pan de la última cena.

 

III.


Hace un tiempo esta parte

una migaja de luz se ha posado sobre mis párpados.

Un peso tenue desgarrado de tiempo

de esta bendita ciudad a medias

quien en su riel de tren abandonado

coordina caminatas en convenio

para madres podridas de llanto.


A media luz

cualquier ciudad es contratiempo

cual aborto de territorio exprimido.


Sucede que me pare un país triste

transito a menudo a ninguna parte

y en la naturaleza que es este colapso

se me ha empozado el otoño en el pecho.


A menudo soy un animal triste

pero hoy esta tristeza es salvaje.

Caudal roto sin intención de posarse

ni ser bebido

ni ser mirado.


Me acabo, lo siento.

El polvo en el piso es mi piel mudándose

que no encuentra piel correcta donde terminar.

 

IV.


Desenredé una extensión

para poner un abanico.


Todo lo que necesito está aquí.


Traje todo conmigo.

Pero no puedo seguir buscando ahora

entre tanta caja

todo parece basura.


Hay cosas que no vale la pena sacar ahora

pero

si no organizo mis porquerías

¿qué colocaré sobre mi altar?

 

V.


Título: Carta a Alondra


Yo necesitaba merecerte.

Mantener la casa en orden.

Organizar mis piedras.

Sobrepasar la obsesión de coleccionar victorias

nombradas por alguna otra casa.

Ser verdaderamente grande.

Poder sostenerte

en la caída habitual

en la gravedad de las cosas.

Ponerme otro nombre.

Lograr que me nombrasen

como algún monumento ancestral de titanio.

Yo necesito merecerte.

Aprender a pasar las páginas.

Poder escuchar las noticias y no verte muerta en cada muerte

que no te me desaparezcas con cada desaparecida.

Ser tu hacedora de luz.

Perfeccionar el lenguaje de los abrazos.

Cambiar el mundo.

Dar un golpe de estado.

Pero no puedo tenerte

para completar la esfera amorfa de lo completo.

No podría limitarte a la magia de los abrazos

ni a ponerte un curita cuando te caigas de la bici.

¿Qué parcho usaré cuando se caigan los mundos?

¿Qué te diré a la mesa cuando conozcas a tus abuelos?

¿Cuánto habré hecho yo hasta entonces para que no te toquen

los grandes abismos de quienes no se encuentran nunca?


¿Qué haré con el fractal en tus ojos?

Ese finísimo cristal en polvo de mi reflejo

residuo de esta casi vida.


Yo necesito merecerte.

Ser verdaderamente grande.

Titanio-obsidiana

y no la hoja que se limita

al viento de temporada.

 

VI.


Nómbrese la esperanza

en el verde de las costas inundadas de sargazo

en la muerte repentina de un bañista que desafió el mar

en la búsqueda de su cuerpo

y el consuelo en la cristiana sepultura

“face palm” eterno de un cristo redentor

agotado de redimir

a gusanos de derecha

golosos de pieles

a quién no ha llegado la asistencia de emergencia

por ser su estado natural


Nómbrese la esperanza

al pie del hombre que balancea su mirada

en la línea que divide la exposición del labio

y la cava de la saliva


Nómbrese la esperanza

en el acto de evadir la cura de la zanja

arrancar la cascarita

para retomar el encuentro

con el curso natural de la sangre

hacia otro día menos de carrera


Se nombra -inevitablemente- la esperanza

en el vientre de la madre que gesta su cría

cosechándole al mundo, al menos, una sonrisa fresca

que empuje un poco

la nueva vuelta a la cáscara.

 

Karla Cristina nacida en Bayamón Puerto Rico, posee estudios graduados en planificación urbana y económica. Su primer poemario, “El lenguaje de las muecas”, fue publicado en la editorial puertorriqueña independiente La impresora, en junio del 2018. El mismo fue presentado en Puerto Rico y en México, en la Feria internacional del libro en el Zócalo. Su segunda publicación, “Sobre el hombre y otros sistemas de colapso“ estuvo a cargo de la misma editorial en diciembre de 2020, y se presentó en Puerto Rico, Barcelona y próximamente en Chile. También ha sido publicada en varias revistas digitales como Espíritus Chocarreras (PR) , Trasunto (PR) , Low-fi-Ardentía (PR) Y LP5 (Chile).




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