*Los siguientes poemas son inéditos y forman parte de la serie LA NUERA.
LA NUERA
Sé que es temprano
pero me siento tan cansada
como si tuviera una nuera o un yerno
como si tuviera nietas o nietos
y un jardín sin flores
sin atender
porque si me levanto, caigo
y si camino, tropiezo
ese jardín soy yo
mi nuera quiere abrir un pozo
para tener agua fresca
durante el año
y yo le digo que debe
tener cuidado
que si lo abre
estará seco.
Entre mi nuera y yo
ha surgido un abismo
como un balde de agua
reposada en la arena.
El agua se ha secado
y mi nuera ve el fondo.
Me increpa: ¿por qué
sigues parada
en el mismo lugar
hace dos días
sin cruzar esa línea
que te acerca a nosotros?
¿De qué línea tú hablas?
¿Estás hablando en serio?
El agua se ha secado
y el balde pareciera
la cabeza de alguien
conocido:
mandibular cuadrado,
frente abierta.
La línea de la que habla
mi nuera no existe.
Se trata de un desierto
donde un abismo surge
exactamente por eso.
Es linda
pero no más que mi hijo.
Es amable y servicial
pero aún no me río con nada de lo que dice.
Cuando me habla la escucho a medias
porque quiero escuchar a mi hijo.
Ha dicho que ama a mi hijo más que a nada en el mundo
mirando a lo lejos por la ventana.
No lee lo mismo que yo leía cuando tenía su edad
así que no sé lo que piensa.
He empezado a quererla
desde que dio positivo.
Me dejó un mensaje junto a los cuatro
platos soviéticos del siglo pasado que he decidido dejar escurriendo eternamente para usarlos solo a ellos. Quiero beber en ellos incluso el café sin azúcar a medianoche. “Hasta más ver, como usted dice,
cuídese mucho y no sea tan pesada.”
Ahora no me cabe la menor duda
de que empezará a parecerse a mí
en algunas cosas
ahora una parte de mí
estará cerca del muchacho.
Qué felicidad
tan estrepitosa tengo.
Imagino el día: vienen a verme disfrazados con bolsas llenas de comida. Afuera el planeta Calabaza ya no da gracia, se nota que no da gracia. ¿Yo estoy muerta? ¿O sola?
Sola en alma pero hay tanto orden como siempre que se asustan se miran y se van. —Te lo dije, que cuando llegáramos estaría muerta.
Legna Rodríguez Iglesias (Camagüey, 1984). Vive en Miami. Escribe la columna Irrelevante en la revista digital El Estornudo. Obtuvo el Premio Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, 2011; el Premio Casa de Las Américas, teatro, 2016; y el Paz Prize for Poetry, otorgado por The national Poetry Series, Estados Unidos, 2016. Es autora de las novelas Mayonesa bien brillante (Ediciones Matanzas, 2012); Las analfabetas, (Bokeh Press, 2015); y Mi novia preferida fue un bulldog francés, Editorial Alfaguara, Narrativa Hispánica, 2017. Ha publicado varios libros de cuentos y varios de poesía.
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