¿QUÉ COMEN LAS PRINCESAS?
(W.G. se pregunta desde La Habana, ¿qué comen las princesas?)
La princesa de mi cuento
come carne humana
traga perlas
semen
zumo de violetas
una gota de miel de flor de azahar sobre un labio
de hojas de menta
espuma del Pacífico
cáscara de piña
casquitos de guayaba
mejunje de polvillo de mariposa azul brasileña
virutas de nube
algas untadas de atún
ajonjolí escaso sobre el blanco
arroz mosqueado
y flotando en zumo de melón
masa de mamoncillo
salpicado con pepitas de almendra
declarándose en régimen de flores de estación
volcada sobre el monto del jardín
mordisquea la corola de una lila
su pecho transparente
retumba como tambor africano
candy costume melaza
y ella se excusa con un mohín, "es el pecho, no yo"
y enfunda sus manitas agitadas en chiffon tornasolado
come termitas
colectadas por los mbuji
--pigmeos Del Río Ituri--
traídas con dificultad
desde los densos bosques de dominan los bantú
come pececitos dorados
vivos
batallan en su boca
boca
cobre nacarado
hurga desganada la memoria etílica:
alacranes en vodka
boquerones ahogados en aceite de ajonjolí
luego rociados con absenta
antojadiza
ñoña
sopla polvorones de avellanas
minas de limón estallan en su boca mínima
digiere chucherías tales
fierecilla la princesa
un cuadro que es un crimen, ella
una niña que es un animal voraz
tragante perfecto su boca
infestada de sandre
para da˜˜ársela
lastimarle la boca
loto oscuro su boca
orificio humectado
tiembla la llaga morada de su boca
molusco enano
la boca
se restriega contra el cojín de seda azul
lame el té con desgano
en las encías
masa de coco
ahí abajo
baba blanca
blanda membrana
hoyo inescrutable
grutas de pétalos sus bocas:
deshilachado el corpiño
la oreja
el seno
el ano
sudado
brocado sobre el lino
una inicial ignota
talle tatuado
zanja de tinta
golosa Su Alteza:
engulle golosina prieta
dulce de leche quemado
le chorrea por las comisuras
de la otra boca
y para mortificar al esclavo jenízaro que maltrata
unta vinagre dulce a la mordida
y en ardor
relame el glande magullado
empujando con la lengua
--partida en dos--
cual culebrilla roja.
CORAZÓN DE AVE
Llenura de cocuyos en la cabeza
pestañea el dolor
trazos de tiza en el camino para hallar el regreso:
sobre peldaños de humose le nubla el rastro
llega una brizna de anís a posarse en ella
en su pico de labio tiembla
una gota de sangre
tiene la lengua aguada
y el corazón de ave
llega el castigo en virutas de aire:
la espera el destierro
se le nubla el rostro
insidias y silencios para zarpar
ir lejos y quedar cerca
mientras danza su desvarío el corazón
ala lisiada
atiza un vuelo
nublándosele el camino sin ir ni venir
la llama escala la mecha del fusil
entre banderines de celofán punzó
que exhiben mensajes heroicos de los rojos
y sus hijas amarillas nimbadas de rosado grisáceo
como peces del aire
agitan los pañuelos blancos al borde del agua
la noche sobre la montaña como ojo abatido del cosmos
llenura de cocuyos en la cabeza
y late su corazón de ave.
LO QUE TRAE EL VIENTO
El olor de las ostras
esos los huesos del mar
que guardan el zumo de las olas
el vaho de los arrozales
el algodón que navega el exiguo Cielo
—un mota de nube flota hacia los bambúes y entra a una grieta
semillas de lluvia
luciérnagas voladoras que cosquillean en los oídos
el monte empapado y el cristal lechoso de la niebla.
Rosie Inguanzo (Cuba) es escritora, actriz y profesora. Tiene un doctorado en español y literatura iberoamericana por la Universidad Internacional de la Florida. Ha publicado la novela La Habana sentimental (Bokeh, 2018) y los poemarios La vida de la vida (Hypermedia, 2018), y Deseo de donde se era (Nosyotros Editores, 2001). Sus escritos y poemas han sido incluidos en diversas antologías y revistas literarias. Los poemas seleccionados para este número son de La vida de la vida.
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