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Raquel Salas Rivera


Foto de Tamara Maz




la persistencia para mi padre, edelmiro


el cangrejo tiene menos patas que corazones y es un misterio del mar cuántas veces se ahoga el sol en su bañera. el monte no es otra cosa que un codo doblado pescando cadáveres del cementerio con puños de lluvia. ahí pasa papi y se despide. es una persona muerta, no un cadáver. le explico a los políticos que no me escuchan que en la muerte mi padre sigue siendo una persona. tristemente, pero sin llanto, las relaciones que dijeron acompañarme hasta la puerta practican la palabra daquí en portugués y se despiden desde sus bonetes: jevos con chaquetas de cuero. deja de parecerme raro que en el carro la ventana se baje y en la casa la ventana se suba. el aire circula de otro modo en los pulmones, en las salas y en las luces. en la esquina frente a wendy’s, un señor le grita al niño que mira el arcoíris de un charco diciéndole a toda boca que tiene que bajarle, que es solo aceite. ese aceite en la mirada es mi duelo inapropiado. lo miro con la novedad de un sol que nunca nada, no importa cuántas veces se ahogue, no importa cuántas veces se muera, el sol en la muerte sigue estando vivo, como mi padre sigue siendo una persona.

 

en vez de seguir, el tiempo está, en aquella película española, arrebatado. lo cual podría significar que alguien me lo arrancó o que está pegado en la nota. arrebatado en el presente, pero rehén del pasado. el tiempo está ausente. el estar estuvo aquí ahora. papi me explica que tengo una biblioteca esperándome y yo atento como si fuese ayer, pero es hoy y no está. no estar es como estar en tiempo arrebatado; pero no es como, es solo es. como se reserva para decir cosas como, es como si papi estuviese. cosas tristes de reuniones familiares que no tenemos. cosas como invocaciones de gesto y no de fe. nos dieron unos cinco minutos para despedirnos y una rosa blanca a cada uno y lo peor es que pensé que no lloraría si era tan breve. muchos me dijeron que si estaba bien. otros ofrecieron su apoyo. una que otra me regañó por no hablar. honestamente, algunos no han perdido a nadie en la pandemia y se nota.

 

esta es la peor tarea: ejercer el derecho al fracaso. despertar y apagar la luz para quedarse en la oscuridad contando con la intemperie para que haga que algo, cualquier cosa, sea diferente. peor aún que el ajoro insensible y la hiperproducción del afecto, son las ganas de una nada tan nada que pacifica el descanso. quiero gritarle a aquel hombre como un niño. gritarle desde la pequeñez de un charco, desde el deshecho de un aceite reusado, para decirle que nada vale nada si cuando mueren las personas, no mueren también un poco las palabras.

 

rehusado, como arrebatado, es tanto un retorno como un rendirse. vuelvo a tu memoria, papi, como quien se rinde ante el tiempo. así es. me rindo. ganaste, míster tiempo. ya. eres el más rápido, el más mejor, el campeón. qué mierda, papi, fueron las últimas semanas. sé que no me escuchas, que odiabas a los doctores que te dijeron que estabas bien y que sabías que no, que no estabas bien, que nada está bien, que estar bien es una manía de la supervivencia. me rehúso, me reciclo en semanas donde solo produzco excusas. no pido perdón cuando mis contratistas y mis panas lejanos piden normalidad, ediciones o cariño. no quiero ni estar triste, ni estar presente. el duelo no se parece ni a lo que dijo freud ni a lo que no dijo. no es la negatividad de adorno, ni el ser-apegado-a-la-muerte. a su vez, es rendirse y no entregarse. un no ante el movimiento y el movimiento de decir que no, ni hoy, ni mañana, ni te diré cuándo.

 

el cangrejo tiene más corazones que vidas. cuando muere, siguen palpitando. salen sin cascarones y se encuevan nuevamente. se olvidan de los nombres, pero aman igual y cargan las memorias de las corrientes y los depredadores. así son tus corazones en el mundo, papi. así es mi corazón tras tu partida, hecho tantas pecas solares, anémonas dilatadas, rebanadas de arcoíris, casinadas del todo.



 

Raquel Salas Rivera (Mayagüez, 1985) Poeta, traductor y editor. Sus reconocimientos incluyen el nombramiento como Poeta Laureado de la ciudad de Filadelfia y el Premio Nuevas Voces del Festival de la Palabra de Puerto Rico. Cuenta con la publicación de cinco poemarios. Su tercer libro, lo terciario/the tertiary, ganó el Premio Literario Lambda a una obra de poesía transgénero y también fue semifinalista para el Premio Nacional del Libro del 2018 (E.U.). Su cuarto poemario, while they sleep (under the bed is another country), fue semifinalista para el Pen America Open Book Award del 2020 y finalista para el CLMP Firecracker Award del 2020. Su quinto poemario, x/ex/exis, ganó el Premio Ambroggio. antes que isla es volcán/before island is volcano, su sexto libro, es una apuesta imaginativa por un futuro decolonial para Puerto Rico y será publicado por Beacon Press en el 2022. Coeditó dos antologías. Puerto Rico en mi corazónes una antología basada en una colección de volantes de poetas puertorriqueños contemporáneos. La piel del arrecife es la primera antología de poesía trans puertorriqueña. En el 2021, gracias a una beca de traducción del NEA, estará traduciendo la poesía de su abuelo, Sotero Rivera Avilés. Obtuvo un Doctorado en Literatura Comparada y Teoría Literaria de la Universidad de Pensilvania, y escribe y enseña en Puerto Rico.



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